A la altura perfecta de las provocaciones...

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viernes, 10 de mayo de 2013

¡FELIZMENTE CLITORIANAS! EL PODER ILIMITADO DEL CLÍTORIS


¡FELIZMENTE CLITORIANAS!
EL PODER ILIMITADO DEL CLÍTORIS
Por Julieta Parra


 Para comenzar mi discurso y  bien podríamos llamarle “exaltación”  a nuestro maravilloso amigo el “clítoris” hemos de remontarnos a las raíces de su nombre.  Esta palabra viene del griego “kleitoris”, que significa “montaña pequeña” (en algunas casi que podría ser un Everest y para aquellas que ni se lo conocen, de los frías que son podría parecer, la punta de un iceberg) pero en todo caso este fue descrito por primera vez por el anatomista Realdo Columbo, en 1559, como “una cosa bella y útil” es preciso que la historia exija un cambio sustancial en esta apreciación, nosotras las mujeres reclamamos una descripción mucho más justa, menos escueta, que le dé la verdadera importancia y proporción de lo que realmente significa nuestro poderoso órgano y amigo.

Cuentan los mitos griegos que Tiresias conocido como “el profeta transexual”  era hijo de Everes y la ninfa Cariclo, quien era una de las preferidas de Atenea. Un día paseando por el monte Cilene (Peloponeso) se encontró dos serpientes copulando y las separó a golpes de bastón. Hecho que provocó la ira de la caprichosa Hera transformándolo, como castigo, en mujer. La diosa no sabe el favor tan placentero que le concedió al afortunado Tiresias.  Nada más ni nada menos  que lo doto de un CLÍTORIS, ¡ah cosa majestuosa!

Cierto día en el Olimpo estaban Hera y Zeus discutiendo  de las mismas trivialidades de siempre, ella recriminándole -que andabas con Afrodita, que el otro día te vieron con una ninfa, que me tienes de cabrona en el Olimpo, que porque no te vas con tus maletas para abajo y bla bla bla-  En una de tantas discusiones, Hera, se quejaba acerca de quienes gozaban más de los placeres del amor, si las mujeres o los hombres. Hera afirmaba que eran los hombres, mientras que su esposo defendía que eran las féminas. Como no se ponían de acuerdo llamaron a Tiresias, pues era el único mortal que había vivido en ambos sexos debido esa “retrotransexualización” otorgada como castigo por la Señora de Zeus.  Ante la pregunta que se le planteaba, Tiresias respondió que “de diez partes, el hombre sólo goza una”, dando con ello razón a Zeus.  Ahora entiendo las mil y una infidelidades de Zeus con semejante esposa tan  aburrida, amargada y ¡frígida!

Pero bien, llegó la hora de ponerse serios y no apoyarse solo en el mito, porque he de defender a mi amigo "el clítoris" con argumentos reales, para que no crean que es pura "paja".  Al parecer, desde el mito de Tiresias hasta nuestros días, esta afirmación se ha mantenido muy bien sustentada.  Según la escritora Rebecca Chalker, activista de salud femenina y autora del libro "The Clitoral Truth":  "...el clítoris es la única parte del cuerpo femenino cuyo exclusivo propósito es provocar placer." Si, señoras y señores, el clítoris se ha graduado con honores y tiene una especialización ¡y hasta un PhD en proporcionar placer!

Por extrañas coincidencias,  la ciencia a través de sus estudios no está tampoco en desacuerdo  con lo que manifestó Tiresias en el mito, ni con lo que dijo la señora Chalker en su libro.   El Dr. Jim Pfaus  y sus alumnos han estudiado detalladamente lo que sucede en el cerebro de las ratas cuando se estimula su clítoris con un “cepillo mágico” La conclusión es que el placer clitórico enciende en los roedores y en las mujeres la misma zona cerebral,  el Dr. Pfaus enfatiza en que “Todos somos las mismas criaturas, pero nosotros los humanos tenemos un córtex masivo que nos permite dar significados que los animales tal vez no pueden”. Según Pfaus la diferencia radica, en la forma en la que le damos sentido al mundo, una diferencia semántica pero bastante significativa.

En síntesis las mujeres nos diferenciamos de las otras especies porque  traducimos a través de nuestros orgasmos este hecho como una sublevación no solo física sino también mental, elemento indispensable para construir las bases de una vida sexual plena en pareja, altamente sensitiva,  altamente erótica, un placer casi astronómico si amas la ciencia y casi celestial si eres creyente por donde le veas es inmensurable.

Absurdo y bastante reprochable considero  el señalamiento del Dr.Stephen Jay Gould, al manifestar que el clítoris es un simple vestigio (una especie de apéndice) sin función evolutiva, una especie de pene no desarrollado. Si el Dr. Jay Gould supiera del “vestigio” que se perdió,  la capacidad de excitación del clítoris pareciera ilimitada,  seguramente a causa de su raudal de terminaciones nerviosas y ello muy seguramente sea una de las claves del supremo placer femenino y de por qué el hombre en este planeta goza, sobre todo, a través del vehículo de la feminidad. Definitivamente amamos este “vestigio” que mas bien es como le llama una amiga un enorme ¡parque de diversiones!

Nuestro amigo el  clítoris es un órgano eréctil  con una gran capacidad de excitación el cual posee un nervio central del orden de unas 4 o 5 veces superior en excitabilidad, al del pene masculino, no obstante posee características muy similares a este durante una relación sexual ya que se enrojece, se erecta, da placer y es extremadamente sensible. Otra de las grandes diferencias con el órgano masculino sea que este produzca un explosivo, gran y único orgasmo, el clítoris por el contrario puede proveer múltiples orgasmos y con distintas características. No es acaso Dios un Padre maravilloso! vaya creación...










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miércoles, 8 de mayo de 2013

¡ AL DIABLO NEWTON, YO HE VENCIDO LA GRAVEDAD !


Por Julieta Parra


Me moría de pánico y de frío el día en que me las iban a poner, mi cuerpo duplicaba esa sensación de falta de abrigo, temblaba toda, lo cual se incrementaba en ese cuarto helado en donde me disponía a cambiarme.  Una enfermera  entro y me dijo que me relajara y me dio la instrucción -la batola con la abertura hacia delante señorita, se pone el gorro y las pantuflas por favor-   Los cuadros de mujeres perfectas estaban ante mí como ese ideal y ese sueño ya por poco realizable.

Días antes me había decidido por 385 gramos, sin embargo opte por 400. Yo que adoraba los excesos ¿porque ahora tanto recato y porque no iba a hacerlo?  El médico estuvo de acuerdo, mi peso, mis medidas, mi contextura se complacerían en recibir cálidamente a sus dos nuevas y grandes hermanas gemelas y  porque negarlo !yo siempre he querido ir más allá!

Mientras  el cirujano se disponía a hacer figuras y trazos sobre las viejas “marías” con un marcador, me sumergí en un montón de pensamientos quizá “científicos”, trataba de recordar conscientemente porque estaba ahí, que me había movido a tal decisión, yo que había defendido a capa y espada todo lo “natural” estaba ahí, llevada por una simple pero cierta proyección basada en la ciencia;  la masa, el tiempo, el espacio y todo lo demás “conspiraban” para que la muy ingrata gravedad fuera un hecho y de nuevo Newton se saliera con la suya.  Si!, esta ley que sostiene todo allá afuera  pero que acá dentro tira todo pa’ bajo, venia ahora  sin compasión por mi preciado par de tetas y eso tomaría poco tiempo,  también el hecho de tener dos hijos que de ellas se alimentaron contribuyo notablemente para que la infalible gravedad ¡pusiera el pie en el acelerador!

 Concluí entonces al respecto que no hay tal perfección en nuestro cuerpo y que  la “mama natura” se equivoca también, pues aunque la indispensable gravedad evita que yo pierda densidad ósea y masa muscular tenía  a su vez efectos no muy agradables para mi cuerpo y  la falta de elasticidad con el paso del tiempo ayudaría a que mi piel se viera vieja y sin tonicidad, factores que despiadadamente me habían  declarado la guerra y sería la gravedad la causante del esfuerzo irreversible, devastador y obsesivo de mis senos por tocar el piso y para ello no hay oración efectiva a ningún dios y que yo sepa no existe “el señor de las maruchas caídas”,  “el demonio antigravitacional” o algo así, tampoco hay pseudociencia, ni hielo, ni compresas, ni ejercicio que valga para evitar lo inevitable. Si yo fuera creyente hubiera estado muy enojada preguntándole a dios …. ¿hey tu ,que culpa tienen mis tetas? ¿Porque las avientas  por ahí como un trapo viejo? no te pases y deja tu cólera  “dios” ¡que lo que pasa con ellas pasa conmigo!

 Pero bien aun tenía posibilidades de salir triunfante, esta  era una batalla a muerte y la ciencia resultaba ser una aliada ahora a través  de sus avances y la maravilla de la cirugía plástica podía  ayudar a que por un largo tiempo yo viviera en una especie de “secuencia sostenida” y además luciendo renovada, provocativa, tonificada  y con todo en su lugar.

Mis senos pronto serian una maravilla de la creación de la cirugía plástica y yo aplaudía semejante acto humanitario porque ¡vaya que lo es! Que mujer de este planeta por decisión propia o por “libre albedrío  quiere ver sus tetas caídas y rosando con su ombligo ¡ a mí que no me vengan con cuentos!  Pues bien, el cirujano pretendía esa mañana de Julio,  de la manera más artística posible dejarme unas tetas “caídas” pero del cielo.  Yo y muchos más estaríamos felices y agradecidos por ese hecho.

Por fin llego la hora de la cirugía, me llevaron al quirófano, antes de aplicarme la anestesia el cirujano me indico que pensara en algo muy agradable… decidí entonces  imaginar a través de ese inducido y anestesiado sueño como quedarían mis voluptuosos senos,  le diría adiós al sostén que tanto me molestaba usar, me esperaba un paraíso de blusas ajustadas, escotes profundos,  vacaciones en toples, noches de corpiño, corsé y sexo “sinvergüenza” pensé que por ahora había ganado la batalla pero era un hecho que ninguna mujer ganaría esa guerra. Sin embargo nadie podía quitarme la dicha  momentánea de ese pequeño y trivial  triunfo así que grite para mis adentros  ¡Al diablo Newton, yo he vencido la gravedad!




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