Por Julieta Parra
Me moría de pánico y de frío el día
en que me las iban a poner, mi cuerpo duplicaba esa sensación de falta de
abrigo, temblaba toda, lo cual se incrementaba en ese cuarto helado en donde me
disponía a cambiarme. Una enfermera entro y me dijo que me relajara y me dio la
instrucción -la batola con la abertura hacia delante señorita, se pone el gorro
y las pantuflas por favor- Los cuadros
de mujeres perfectas estaban ante mí como ese ideal y ese sueño ya por poco
realizable.
Días antes me había decidido por
385 gramos, sin embargo opte por 400. Yo que adoraba los excesos ¿porque ahora
tanto recato y porque no iba a hacerlo? El médico estuvo de acuerdo, mi peso, mis
medidas, mi contextura se complacerían en recibir cálidamente a sus dos nuevas
y grandes hermanas gemelas y porque
negarlo !yo siempre he querido ir más allá!
Mientras el cirujano se disponía a hacer figuras y
trazos sobre las viejas “marías” con un marcador, me sumergí en un montón de
pensamientos quizá “científicos”, trataba de recordar conscientemente porque
estaba ahí, que me había movido a tal decisión, yo que había defendido a capa y
espada todo lo “natural” estaba ahí, llevada por una simple pero cierta
proyección basada en la ciencia; la
masa, el tiempo, el espacio y todo lo demás “conspiraban” para que la muy
ingrata gravedad fuera un hecho y de nuevo Newton se saliera con la suya. Si!, esta ley que sostiene todo allá afuera pero que acá dentro tira todo pa’ bajo, venia
ahora sin compasión por mi preciado par
de tetas y eso tomaría poco tiempo, también el hecho de tener dos hijos que de
ellas se alimentaron contribuyo notablemente para que la infalible gravedad ¡pusiera
el pie en el acelerador!
Concluí entonces al respecto que no hay tal perfección
en nuestro cuerpo y que la “mama natura”
se equivoca también, pues aunque la indispensable gravedad evita que yo pierda densidad
ósea y masa muscular tenía a su vez
efectos no muy agradables para mi cuerpo y la falta de elasticidad con el paso del tiempo
ayudaría a que mi piel se viera vieja y sin tonicidad, factores que
despiadadamente me habían declarado la
guerra y sería la gravedad la causante del esfuerzo irreversible, devastador y
obsesivo de mis senos por tocar el piso y para ello no hay oración efectiva a
ningún dios y que yo sepa no existe “el señor de las maruchas caídas”, “el demonio antigravitacional” o algo así,
tampoco hay pseudociencia, ni hielo, ni compresas, ni ejercicio que valga para
evitar lo inevitable. Si yo fuera creyente hubiera estado muy enojada
preguntándole a dios …. ¿hey tu ,que culpa tienen mis tetas? ¿Porque las
avientas por ahí como un trapo viejo? no
te pases y deja tu cólera “dios” ¡que lo
que pasa con ellas pasa conmigo!
Mis senos pronto serian una
maravilla de la creación de la cirugía plástica y yo aplaudía semejante acto
humanitario porque ¡vaya que lo es! Que mujer de este planeta por decisión
propia o por “libre albedrío quiere ver sus tetas caídas y rosando con su
ombligo ¡ a mí que no me vengan con cuentos!
Pues bien, el cirujano pretendía esa mañana de Julio, de la manera más artística posible dejarme
unas tetas “caídas” pero del cielo. Yo y
muchos más estaríamos felices y agradecidos por ese hecho.
Por fin llego la hora de la
cirugía, me llevaron al quirófano, antes de aplicarme la anestesia el cirujano
me indico que pensara en algo muy agradable… decidí entonces imaginar a través de ese inducido y
anestesiado sueño como quedarían mis voluptuosos senos, le diría adiós al sostén que tanto me
molestaba usar, me esperaba un paraíso de blusas ajustadas, escotes
profundos, vacaciones en toples, noches
de corpiño, corsé y sexo “sinvergüenza” pensé que por ahora había ganado la
batalla pero era un hecho que ninguna mujer ganaría esa guerra. Sin embargo
nadie podía quitarme la dicha momentánea
de ese pequeño y trivial triunfo así que
grite para mis adentros ¡Al diablo
Newton, yo he vencido la gravedad!
¡Muy bueno y muy bien logrado artículo! Te felicito juli.
ResponderEliminarbello desenfado tuyo , expresar con absoluta libertad el sentir de tu alma ,te hace ùnica e irreptible !!!
ResponderEliminarJajajaajajaajajja, muy bueno ;)..... Att: Luis A. Molina
ResponderEliminar¡Al diablo la gravedad, que vivan tus tetas! ¡Que viva la ciencia! Que con ella muchas mujeres estarán satifechas, pero serán millones de hombres los que se caerían de jeta...
ResponderEliminarMuy interesante tu artículo Julieta. Pero sobre todo, te deseo que seas muy felíz.
Vacaciones en topless... blusas ajustadas... escotes profundos... sexo "sinvergüenza".
ResponderEliminarY mientras tú vas en tacones, Newton se revuelca en su tumba y yo disfruto de tus letras.
:)
Que buen articulo julieta! te felicito! un abrazo.
ResponderEliminaryo espero tomar la gravedad por los cuernos en algún momento ... gracias por tu articulo, encantada con el=)
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